No sé si fue el recientemente fallecido novelista Francisco Casavella o Juan Malherido (‘nick’ o pseudónimo de otro novelista) en su blog (ver enlace abajo) o ambos, unos tras otro, uno citando al otro, puesto que son sendos y estimables narradores y saben de lo que hablan por experiencia y no sólo, como yo, de lector. ¿Que qué decían? Que las ideas matan las novelas, amortajan la narrativa, la lastran. Creo que tienen razón, en general, pero el problema es que no hay regla sin la consabida excepción, y en este caso son casi numerosas, como Jonathan Swift, o como J.G. Ballard. En todo caso, las ideas lo que tienen es que notarse poco, ser discretas con el argumento, porque además así se introducen mejor y hasta parece que se le ocurren a uno, siendo ‘uno’ el lector.
Un excelente trabajo sobre este prodigioso narrador, lleno por tanto de ideas y encasillado en la Ciencia Ficción porque en algún sitio hay que ponerle, es el del especialista ítalo argentino Pablo Capanna: ‘J.G.Ballard: el tiempo desolado’. Por supuesto ‘ballardiano’ ya está en los diccionarios, al menos en los anglosajones, y el concepto que recoge, está asumido en este tiempo que, miren por donde, es cada vez más ‘ballardiano’.
De Ballard se ha dicho que era un lúcido extremo, apocalíptico, surrealista (era un excelente teórico de este movimiento artístico), pesimista, nihilista, catastrofista, metafísico, iconoclasta y hasta terrorista y psicópata humanitario y otras lindezas poco ajustadas a un artista que se reinventaba con cada nueva novela o cuento. Pablo Capanna confirma o matiza cada una de estas etiquetas del inclasificable autor. La primera versión de este ensayo apareció en 1990, con el novelista inglés aún vivo; ahora lo actualiza.
Ballard fue el profeta suburbano (en el sentido anglosajón, no en el hispano, del término) y una gran narrador de ideas.
Juan Malherido me confirma que no, que él no ha dicho nunca tal cosa ni la comparte y me orienta, y tiene sentido, a Marsé como autor de la frase contra las ideas en la novela.