domingo, 20 de diciembre de 2009

El dictador, los demonios y otras crónicas


Jon Lee Anderson. Al principio le confundí con su colega de ‘Despachos de guerra’ (Michael Herr), editado aquí por la misma editorial, pero aunque corresponsal de guerra también, Anderson, que habla español con soltura y conoce bien lo que los anglosajones llaman mundo latino, es muy bueno en la crónica contidiana, esa suerte de 'minimalismo' reportero de las pequeñas vidas. Aún así, un periodista estadounidense cuyas crónicas recomienda y hasta prologa Juan Villoro tiene que ser bueno. Alguien que publica sus reportajes nada menos que en el The New Yorker no puede ser malo. Un tipo cuyo estilo es tan depurado que ni se nota, pero lo tiene y que nos habla de personajes españoles y latinoamericanos que sus compatriotas no saben que existen (salvo los ilustrados que leen el N:Yorker). Alguien que comparan con Orwell y, como era inevitablemente fácil, con el John Reed que relató desde la primera fila la Revolución Soviética ('Diez días que estremecieron al mundo'), que parece él mismo sacado de una novela de Graham Greene (Una suerte de 'Americano imposible' en vez de 'impasible'). Que te cuenta como admiraba Pinochet a Mao (tampoco es tan raro si os paráis a pensarlo: ambos fueron implacables con sus rivales políticos a los que consideraban enemigos a eliminar), que te suelta una semblanza de Hugo Chávez que no es una caricatura de alguien que se esfuerza por parecerlo, de un decrépito Fidel Castro sin estatuas en la isla como sería previsible en un dictador de tan largo recorrido y culto a la personalidad, y de un García Márquez con la mecha en la mano del polvorín colombiano…Alguien así es más que bueno. Es insólito, insólitamente bueno.

Si hubiera más periodistas como él, tiraría la mitad de mi biblioteca para hacer sitio y guardar los periódicos.

4 comentarios:

  1. Hola a todos!

    Tiene otro sobrela guerra de Irak -la última- de lectura imprescindible para el que le gusten las crónicas peridísticas y las situaciones de choque.

    Lansky, ahora no estaría mal que la próxima reseña versase sobre alguno de esos libros -malos, malos...- que, sin embargo, están incomprensiblemente sobrevalorados por los santones de la crítica.

    Abrazos. Y feliz retiro espiritual abulense. Ah... ¡y que pases frío!. Qué pretender pasarse las Navidades en Gredos tó recocio, como si fuera el Caribe, me parece -con perdón- una ordinariez.

    Abrazos!.

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  2. Tengo delante de mí un libro de Jon Lee Anderson, 'The Fall of Baghdad', que probablemente es el que menciona Julian Bluff. Recuerdo que lo compré en la librería de un aeropuerto, tratando de escapar de la cháchara de mis compañeros de viaje y de trabajo (buena gente, pero cuando se ponen pesados, hay que huir como sea). Gracias a esa feliz circunstancia descubrí uno de mis periodistas favoritos, qué coloso.

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  3. En efecto, Miguel, se trata del mismo libro

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  4. Pero como no hay muchos más periodistas como él (aunque no lo he leído), no hace falta que tires la mitad de tu biblioteca (en todo caso, si buscas una excusa para tamaño desahogo, te sugiero que me regales los libros que te sobran). Además, los que son buenos suelen ser publicados en formato libro.

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